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sábado, 17 de octubre de 2009

* DE CUANDO MI CUÑADA SE APUNTÓ A UN CURSILLO DE NATACIÓN


Todos los años, con el fin de formar y entretener a la pollería y a sus padres, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, lanza un intenso programa de actividades culturales, recreativas y deportivas que tienen gran aceptación entre la población.
Mi cuñada, madre de cinco hijos, galletones todos, trincó uno de esos programas de mano y lo leyó detenidamente. Concluida la lectura, vió en ese reclamo, la posibilidad de escaquearse de la casa y ponerse de remojo como un garbanzo, lejos de la rutina diaria de las labores del hogar.
Felipa, mi cuñada, que así se llama, preparó su táctica de mujer y esperó el momento oportuno. Mientras le daba vueltas y más vueltas a las cebollas para que no se quemaran, perfilaba todos los detalles de su estrategia. En su rostro se le dibujaba esa sonrisa característica, que posee el mal llamado sexo débil,cuando quieren convencer al marido de algo que les interesa. Por eso, sabemos los casados, por experiencia, que si tu mujer te dice que tires por la ventana hay que procurar vivir en una casa terrera.

Julián, su marido, es de esos hombres sumamente prudentes, al que el dinero en el bolsillo le cría musgo; que sabe de penurias y estrecheses desde aquéllos años infantiles en que, en su desértica Fuerteventura, comenzó haciendo mandados hasta hoy, que una reducción de plantilla presentada por la empresa le afectó, dejándolo a la deriva con tres escasos millones, una vivienda a medio terminar, ochenta mil pesetas de paro y 58 años sobre el lomo. Él, no ha hecho, en su aperreada vida, otra cosa que trabajar. Temeroso de Dios, enemigo de Zapatero y esperanzado porque llegue al poder Rajoy, sigue pensando que con Franco se vivía a "tutti play", aunque él desconozca lo que significa simplemente, vivir.

Felipa, mi cuñada, que en sus años de soltera alternaba el trabajo en la desaparecida factoría de Lloret y Linares, con sus horas de lectura, tumbada a la bartola, leyendo novelas del Coyote y Corín Tellado, tiene una mirada desafiante y una frescura que se debe adquirir, en la universidad de la calle, propia de los que nada tienen que perder. Físicamente es como una hamburguesa con patas; no puede agacharse porque su ancha barriga se lo impide y nunca me he explicado como se puede amarrar las adidas. ¿ tendrá un mando a distancia...?. Mi cuñada, es enredadora, mezquina, aprovechada y hasta podría decirse licenciada en arte dramático. Capaz de las más inverosímiles artimañas para salirse con la suya...

Enferma de conveniencia, ha llegado a convencer a la familia de que su sangre no circula por las venas, sino entre cuero y carne.

Pero todos estos "pequeños defectos" se convierten en virtudes para Julián que si bien es crítico y severo para los demás, es consentidor y defensor de los suyos, con mentiras incluidas.

Julián, es parco en el decir; Felipa, capaz de conversar bajo el agua. Julián sólo sabe un par de poesías que aprendió por transmisión oral y recita de memoria cuando tiene un par de copas encima; Felipa primero lo anima para que jinque los pizcos y luego, aprovecha su estado para fingir la calentura y hacer lo que quiere. Julián que de estas artes marciales no sabe nada, siempre sale noqueado y sometido al dictado de su mujer.

Al día siguiente, una vez evaporado el efecto del alcohol, recién bañado y dando olor a agua floriá pa'despistar, irrumpe Julián en la cocina con la vergüenza por fuera y la felicidad por dentro...Felipa aguarda el momento con el papel aprendido. Con cara agria y unos besos más pronunciados que unas chácaras, comienza su actuación. A modo de susurro, pero con contundencia y las manos en jarra, comienza su puesta en escena...

¡¡ Borracho ¡¡ ¡ qué ejemplo para tus hijos. ¡ Esa es tu vida, estar todo el día encerrado entre cuatro paredes sacrificándonos a todos y tú haciendo lo que te gusta! ¡ No piensas en nadie… ¡ ¡Quién me mandaría a mí casarme con un albañil!. Sabes que yo estoy fatal de la columna y no me das sino mala vida. Además tu que tienes esa alergia al cemento que te esta destrozando las manos... Julián se queda con las orejas gachas. Se siente vapuleado. Felipa aprovecha la ocasión de que su compañero está groggy y sentencia. ¡ Pero esto lo arreglo yo, como Felipa que me llamo! ¡Vaya si lo arreglo! Mañana me voy a la piscina Julio Navarro, me apunto al cursillo de natación y si quieres ir vas, si no, te quedas. Y de la misma manera que los ilusionistas sacan el conejo de la chistera, Felipa se apresuró a hacer el descabello, usando como escudo los niñitos... Parece que no eres ni padre...¿ no te das cuenta que estos niños necesitan salir de tanta porquería? ¡¡Ya estoy harta!! Veinte años construyendo un solar, los niños más blancos que un tipex y nosotros dos enfermos...

Julián refleja en el rostro la derrota. El dominio ha sido tan abrumador, tan apabullante, que sólo le queda el recurso de rezongar para sus adentros y adinivar el mañana al borde de la piscina, respirando cloro, lejos de su ambiente natural.

Felipa, al día siguiente, está radiante como novia que ha cazado a un buen pretendiente...

Ya están todos listos para ir a la piscina. Los niños, aleccionados por mi cuñada, se levantan de madrugada, como si fuera día de Reyes, y se enfundan los bañadores de hace unos cuantos veranos. Cuatro carantoñas de los niños al padre dictadas por la madre, es combustible suficiente para que Julián no rompa la ilusión de los "angelitos". Los siete suben al fotingo, ladera abajo, hacia Julio Navarro.

Julián, no sabe nadar; Felipa, tampoco. Los niños de hoy, con sólo oler el agua, nadan cual longorón. Mi cuñada es más ancha que alta. Tiene las piernas y los brazos cortos y hasta si me apuran sus manos son de "pegona". Desconoce lo que es el ridículo. Luce un bañador entero que soporta a duras penas su grueso volumen. La cremallera, se requinta como las cuerdas de un timple pero resiste con éxito la presión de su flácido y orondo estómago. Pavoneándose, llega a la escalerilla, toca el agua, se hace la señal de la cruz casi tantas veces como el luchador Cirio Morales y desciende por la parte menos honda. Julián, desde la distancia, la observa. Es el hombre rural sacado de su ambiente habitual, que quiere meterse en remojo, pero no puede hasta que no haga el acopio de arrestos necesarios. Los hijos, le llaman de todo: miedica, cobardica. Al final después de observar detenidamente las evoluciones de cuantos están en la piscina, se decide a meterse en el agua. Se ve junto a su mujer y sus hijos en la parte menos profunda. El agua le llega a la altura del pecho y no pasa nada. Se llena de ilusión y poniéndole imaginación a raudales ya se ve hasta nadando y todo. Se agarra de la corchera con una mano y empieza a hacer experimentos. Afloja las piernas del fondo de la piscina, recuesta su cuerpo hacia atrás y nota como el culillo se le va a la superficie. Piensa para sus adentro: ¡ coño qué facil es esto ! Ahora me doy la vuelta, me suelto de la corchera y como el culo busca la superficie me hago un par de largos que voy a despertar la envidia del Mark Speek, el de las medallas olímpicas. Del pensamiento pasó a la acción... Menuda fatiga. Nuestro Julián daba manotazos y más manotazos para sacar la cabeza a flote; intentaba llevar los pies al suelo para ponerse de pié y no podía. Los niños creían que estaba haciendo una gracia y se partían de risa junto a la madre. Pero él estaba apurado. Su suave color bronce, se tornaba morado. Le faltaba la respiración, los nervios lo dominaban y por su cerebro pasaban una y otra vez, como en la moviola, el resumen apresurado de las imágenes más felices de su vida. ¡De esta no escapo...!. Cuando más crudo lo tenía... Cuando se veía como los toreros saliendo a hombros, pero con las patas por delante camino de las plataneras, una de sus piernas tropezó con la corchera. Sacó fuerzas de flaqueza y le echó una burra a la corchera que si llega a tropezar al Pollito de la Frontera le pega un costalazo que lo desclava. Lentamente, pero con un considerable esfuerzo, fue recomponiendo la figura. Sus ojos, casi a salírsele del casco, veían con asombro, como nadadores y aspirantes, seguían disfrutando de lo lindo, ajenos a su particular tragedia.

Mientras subía por la escalerilla, agotado por el esfuerzo y el susto, con el corazón que parecía una batidora, decía: ¡Coño, se ahoga uno aquí, donde hay tanta gente, y nadie se entera! ¡ Al carajo¡  Mi mujer y los niños si quieren, que vengan, pero éste que esta aquí, este Julián de profesional albañil, no ve más la piscina ni pa'azulejiarla.

Hoy lo cuenta y es una juerga generalizada. Pero en su rostro se sigue adivinando el mal trago que pasó...

ALFREDO AYALA OJEDA

6 comentarios:

  1. QUE BUENO EL CUENTO, NOS HEMOS REIDO MUCHO CON SU RELATO, ESPERAMOS QUE NOS CUENTE MAS.

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  2. Amiga Lydia, yo le he dado un toque de humor, pero la historia es tan real como la vida misma...
    Por cierto Lydia, que para la gente nueva, quizás sería conveniente explicarle, eso de "CAMINO DE LAS PLATANERAS", frase que empleaba nuestro Pancho Guerra, en los cuentos que nos relataba Pepito Monagas".
    Voy, con la explicación:
    el cementerio de Vegueta, estaba situado en el las afueras de la capital. Por la calle de los Reyes, se iba para el sur... y en esa misma calle, habia un frondoso árbol que se llamó, popularmente, del Responso. Alli, los muertos, se despedian de los vivos. El féretro, entonces, a hombros de familiares y amigos, se metia por la orilla de una gran finca de planateras, perdiéndose de la vista de los que seguían con los ojos el entierro... por eso se le decía, cuando alguien estaba muy delicado: "pobrecito, está punto de irse pa´las plataneras"...
    Poco a poco, iré alternando algunos de mis relatos, con otros escritos como este..
    gracias ánonimo...

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  3. ALEJANDRO C. MORENO Y MARRERO17 de octubre de 2009, 11:09

    Sin duda, un texto riquísimo, amigo Ayala. Así son las cosas de nuestra gente, porque las personas, por suerte o por desgracia, siempre van unidas a sus circunstancias. Felicitaciones. Por otro lado, en efecto, el origen de la expresión “Irse pa´ las plataneras” es tal y como usted lo relata. Esta expresión se puso muy de moda en la ciudad de Las Palmas de G.C., especialmente, en el s.XIX y primera mitad del s.XX, puesto que dicha frase ya está documentada (y con idéntico sentido) en aquella obra de Benito Pérez Galdós titulada “Voces Canarias” (publicada en el año 1860), también la recogen los hermanos Luís y Agustín Millares Cubas en su obra “Léxico de Gran Canaria” (publicada en el año 1924), así como, obviamente, Pancho Guerra en el año 1948, en sus famosos “Cuentos de Pepe Monagas”.

    Un abrazo,

    ALEJANDRO C. MORENO Y MARRERO.

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  4. Alfredo este tipo de relato me recordo a los cuentos de Manolo Viera.
    Un saludo

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  5. Que bueno el relato,hasta me parti de la risa.y que no se rompan los azulejos porque Julián no piensa ir más,jajajajja
    Un saludo

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  6. Por cierto amig@ crítico... el viernes pasado fui al Chistera ( Manolo Vieira es mi ídolo y tengo que gozar de su espectáculo al menos una vez al año y me tocó el viernes). Fuí acompañado de Víctor Falcón realizador de La Bodega de Julián Manolo estuvo genial, con su nuevo repertorio y se pasó una velada muy grata. Además, quiero aqui dar las gracias, porque me hizo levantar para felicitarme por el premio nacional "Talento 2009".
    Este año, Manolo Vieira hara el programa de fin de año que anualmente emite Televisión Canaria, en el recien restaurado Teatro Leal de la Laguna... y sin, duda, como siempre, Manolo arrasará con la audiencia...

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