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lunes, 14 de septiembre de 2009

* ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES DE LA TELE

La Tele, llegó a las islas allá por 1.964, en febrero concretamente. Era una tele familiar donde todos arrimábamos el hombro para hacer las cosas lo mejor posible dentro de las penurias y el desconocimiento del medio de muchos de los que allí currelabamos. Mi abuelo, de Gáldar él, era seco como un tollo. No gastaba palabras. Era muy tajante en sus expresiones: “tú no trabajas en la tele porque yo no te veo”. Y es que para él “la tele” la hacían los que salían, los que daba la cara; lo demás, era una mentirijilla… En mi casa, recién estrenada la tele mi padre trajo un gran televisor que se veía en blanco y negro y allí nos poníamos todos juntitos, en silencio, a presenciar aquellos programas: “cancionero”, “bonanza”, etc. etc . A veces, el televisor nos agotaba y en muchas ocasiones, nos vencía el sueño y amanecíamos sentados ante el televisor, junto a alguna que otra visita que llegaba por casa para ver “la tele”.
Hacer televisión en aquella época, era como estudiar al aire libre. Todos, hacíamos de todo y cuando aparecía alguna noticia pues arrimábamos el hombro para ayudar al compañero…
Pues bien, en cierta ocasión, habíamos terminado un concurso de “CESTA Y PUNTO” en un colegio de Ciudad Jardín y al término, como muestra de gratitud, nos regalaron una oveja. ¿y que hacemos con ella? Empezó la adjudicación: llévatela tu; no tu que tienes un cacho de jardín; “lo que me faltaba…” en fin que la oveja terminó, mientras decidíamos que hacer con ella, en uno de los tres apartamentos donde teníamos los estudios de televisión Española en Canarias… Cada día, se le limpiaba y se le traía un manojo de hierbas o lechugas… pero un día, de sorpresa, llego al director general de televisión para girar una visita… no había nada mas que uno de los auxiliares: Jaime Butler, educado en Inglaterra, con flema inglesa… al entrar el Director General, la oveja lo recibió con un afectivo beeeeeeeee,….beeeeeeeeeeeee. Jaime acudió a ver que le pasaba a la ovejita y se tropezó con Aparicio Bernal que así se llamaba el director general, quien sorprendido, al verlo le preguntó: ¿y esto que es…?
Y Jaime, sin descomponerse, le contestó: ¿no lo ve? ¡¡una oveja!!.
Ante respuesta tan elemental y evidente el director general abandonó el centro.

ALFREDO AYALA OJEDA

3 comentarios:

  1. Qué pena no estar allí, para ver la cara de ese señor, tuvo que ser todo un poema.
    Y es verdad, Alfredo, las personas que están detrás hacen un trabajo enorme, pero como no se ven, pasan desapercibidas, así que entiendo lo que decía tu abuelo, aunque por supuesto no lo comparto, jaja, ya me entiendes...
    Un saludo,
    Lydia Díaz

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  2. son, amiga lydia, detalles de una television que empezába a dar los primeros pasos en las islas... tiempos en que la tele era casi un empleo familiar: alli dosde habia algo, un suceso, un acto, acudiamos casi la totalidad de la plantilla para ldevantar el acta del momento...
    yo recuerdo, dentrro de todas esas cosas que a uno le pasa en su profesion aquel día en que lei que en la isla de Fuerteventura, en tiempos ya muy lejanos, la poblacion de burros crecío tanto que se organizaron cacerias y se mataron a 1.500 animales que estaba en estaso semisalvaje... yo, haciendo una "apañada", me habia tropezado junto con las numerosas cabras que caminaban por la aspera zona de Cofete, alguna tropilla de burros y quise contar el ayer y hoy de esos animales... recuerdo que vague por todos los rincones de esa zona y no di ni con un solo burro... agotado de tanto coche, nos fuimos, el cámara y yo hasta el hotel: "mañana será otro día", dijimos. Y cual no fue nuestra sorpresa cuando al llegar al hotel, hurgando en los contenedores de basura, los burros estaban alli buscando algun bocado que cañlmara su hambre... era, como burros a domicilio y nosotros perdidos por esos mundos de dios...
    un salaudo amiga lydia.

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  3. qué bueno, yo pienso que hay que abrir los ojos y esparramar la vista, que nos volvemos locos buscando lejos, algo que a lo mejor está cerca y no lo vemos, me gustó la anecdota pero el comentario ya me pareció de fabula

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